Pienso en mi vida como una bolita de goma.
La tengo en mis manos,
la observo.
Entonces
la imagino en formas infinitas,
la aplasto con mis dedos,
la estrello contra la pared,
la separo y la uno de nuevo.
Este es el itinerario mental de todos los días.
No te niego que a veces me harta este juego,
estúpido e infantil,
¿pero qué más hacer
con esta bolita de goma?
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