lunes, 17 de diciembre de 2012

De este lado del camino

          Siempre he pensado que uno es el reflejo de sus pasiones internas: si tenés amor das amor, si sos tolerante con vos mismo vas a respetar las diferencias de los demás, si te reís de tus propios errores y aprendés de ellos vas a perdonar las fallas de otros, y así… Hoy me encontré con esta canción de Café Tacvba que habla más o menos de esto; a algunos podría parecerles que es una exaltación al narcisismo, sin embargo, yo creo que es el reflejo  de esa auto-búsqueda que todos deberíamos hacer a lo largo de nuestra vida para intentar crecer como seres humanos.
No estoy diciendo que hay que ser egoístas, sino que es necesario aprender a vivir con uno mismo para poder convivir con los demás, que no hay que esperar a que otros nos hagan felices porque nosotros tenemos suficiente felicidad para compartir sin condiciones.  Jesús dice: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, pero ¿qué amor vamos a dar a otros si estamos en constante guerra con nuestra propia alma?
Yo no sé ustedes, pero espero que con el pasar de mi vida pueda seguir diciéndome con toda sinceridad “me amo”, por todo lo que soy y por todo lo que he logrado alcanzar, y decir que estoy agradecida por todo lo que la vida me ha dado y me ha permitido dar. Aquí les dejo la canción y ojalá que después de hacer una reflexión en su mente y corazón puedan decir lo mismo. :)
 

sábado, 18 de agosto de 2012

Albert y el río


Antes de los dieciséis Albert era mi mejor amigo. Ahora no recuerdo exactamente el día en que nos conocimos, pero sí las tardes de verano en que nos escapábamos al río junto a los demás chicos del colegio. Nos gustaba jugar a las apuestas tirando piedrecitas en el agua: el que no alcanzaba a disparar su proyectil lo suficientemente lejos que los demás, debía cumplir toda clase de penitencias que al resto se le ocurrieran.
Una vez hicimos que Carlos, el hijo de la maestra de Lengua, comiera hormigas para vengarnos de su madre por hacernos ir a la escuela en vacaciones. Yo jamás había sido un buen estudiante, pero el último año del colegio había sido el peor, y cuando William lo supo dejó de hablarme por un buen tiempo.
Albert era muy fuerte, tenía además una excelente puntería. Desde que inventamos nuestro juego,  jamás había tenido que cumplir nuestros retos: sus proyectiles eran los que llegaban más lejos. Pero un día, un chico mayor se acercó mientras jugábamos con lo de las piedras y retó a Albert:
-¡Ey, tú! Me han dicho que te vieron molestando a mi hermana: aléjate de ella.
A mi amigo  le gustaba  una chica del colegio y desde que la conoció no había dejado de buscarla al finalizar los ensayos de ballet. Estaba tan enamorado que no le importó gritarle a su desafiante:
-No me das miedo.
El chico grade tomó a  Albert  del cuello:
-¿Acaso estás retándome, pedazo de renacuajo?
-Te lo he dicho: no me das miedo.
De no haber abierto mi bocota las cosas habrían terminado de otra manera, pero al ver a Albert en peligro, se me ocurrió sugerir:
-¡Vamos! ¿Acaso se van a liar a golpes? Actuemos como hombres civilizados y arreglemos este asunto por las buenas: les daré una pequeña piedra a cada uno y la lanzarán  lo más lejos que puedan. Si tú ganas, Albert dejará de molestar a tu hermana y será tu esclavo por dos semanas; pero si pierdes, dejarás que Albert salga con tu hermana y tendrás que pedirle perdón por molestarlo frente a todos los asistentes del ballet- confiaba en mi amigo, nadie le había ganado nunca.
Para sorpresa de todos, el chico aceptó:
-Está bien, pero vas a perder: renacuajo.
El primero en lanzar fue Albert. Su tiro fue fantástico, su proyectil llegó hasta más de la mitad del río. Ya todo estaba decidido.
-Supéralo, tonto, si puedes-gritó Albert.
El otro chico no dijo nada. Tiró con todas sus fuerza el proyectil y, ante nuestro asombro, sin más ni más la piedra llegó mucho más lejos que la de Albert, hasta el otro lado.
-¿Lo ven? Soy el mejor. Ahora tú, galán, levántate que eres mi esclavo y quiero que cumplas mi primer deseo: ve a traer mi piedra a la otra orilla.
 Albert me lanzó una mirada, furioso. Se levantó y empezó a caminar.
-¡Hey, tú! ¿Adónde vas? No te dije que fueras caminando, ¡nada!-le gritó exigente el otro chico.
Albert jamás se metía al río y todos lo sabíamos. Siempre prefería quedarse en la orilla mirando al cielo o gastando algunas bromas, mientras nosotros jugábamos en el agua.
Mi amigo estaba contrariado, tenía miedo. No sabía si salir corriendo a casa  o tirarse al agua para darnos a todos una muestra de su valentía. Y, para sorpresa del retador, eligió lo segundo.
-Te dije que no te tengo miedo.
Albert empezó a desnudarse y en pocos segundos estuvo en calzoncillos. Albert y yo éramos muy parecidos, pero había algo que él tenía que yo no: valentía. Así que dio un respiro hondo y se tiró al río.
Hay secretos que uno no se atreve a contar, incluso a los mejores amigos. Albert también tenía uno de esos, ese día lo supimos, el río también. Jamás aprendió a nadar.

miércoles, 8 de agosto de 2012

¿Un mundo feliz?

Francamente, no soy muy dada a las novelas de ciencia ficción porque me parecen demasiado superfluas, pero cuando encontré este libro me llamó la atención su título y no sin un poco de incredulidad me animé a leerlo. Para mi sorpresa, mientras adentraba  en la lectura, me fui dando cuenta que esta historia dista mucho de ser ficción, y que muchas de las situaciones aquí descritas están pasado en la actualidad.
Aldous Huxley nos plantea un mundo en el que la tecnología ha llegado a su límite y los seres humanos son creados a partir de manipulaciones genéticas en un Centro de Incubación y Acondicionamiento dirigido por el gobierno.  Se suprime el papel de la familia y cualquier tipo de relación afectiva, las personas aprenden lo que deben saber por medio de grabaciones que se repiten una y otra vez mientras duermen, a  lo que llamaban hipnopedia.  De esta manera, las personas son condicionadas a adoptar pensamientos en función de mantener el orden y la estabilidad social.
Desde pequeños, hombres y mujeres se convencen de que son felices y que para seguirlo siendo hay que consumir, evitar las relaciones personales demasiado profundas, rechazar la soledad y renunciar a la individualidad. Las enfermedades han desaparecido, las personas son jóvenes toda su vida y aunque  todavía deben enfrentarse a la muerte, esta ya no es dolorosa pues han sido condicionados para aceptarla como algo natural que es parte de la vida misma. Si algo les perturba, los habitantes de esta nueva sociedad pueden recurrir al soma, una especie de droga que calma sus preocupaciones permitiéndoles recuperar su felicidad.
Existe una especie de diferenciación entre castas sociales: los alfa, los gamma, los beta y los épsilon, cada una de las cuales se dedica a ciertas labores dentro de la comunidad. Y aunque los alfa están destinados a tener un papel más protagónico en la sociedad, cada casta está contenta con su trabajo pues ha sido educada para ello: "Tal es el fin de todo el condicionamiento: hacer que cada uno ame el destino social, del que no podrá librarse".
La existencia de Dios ya no tiene sentido porque el ser humano ya no tiene problemas para pedirle  a un ser supremo que le asista en su agonía. Aquí, tampoco tienen lugar la filosofía ni la literatura pues no  traen ningún beneficio económico, al contrario, distraen a las personas porque las hacen sentir y pensar.
¿Qué les parece hasta ahora esta nueva sociedad? Interesante, ¿no? Sin embargo, como bien aprendí en mi clase de Economía, nada en esta vida es gratis, incluso en la ciencia ficción. Para gozar de esta especie de felicidad las personas debían renunciar a su libertad, a su derecho de pensar por sí mismas, a tener una personalidad única, a su capacidad para criticar lo que no les parecía. En esta sociedad no cabía el heroísmo ni la valentía, se vivía en un estado de conformidad estúpido, conveniente sí, pero estúpido.
Este libro nos hace caer en cuenta en uno de los errores más grandes de nuestra sociedad presente: señores, la felicidad, la verdadera felicidad, no consiste en no tener problemas, ni en tener a nuestra disposición todo cuanto queramos. La felicidad no es olvidarnos de lo que nos hace daño ni aprender a vivir con ello. Para se felices,  necesitamos saber qué es el dolor, la soledad y la frustración. Pero sobre todo, para ser felices hay que tener coraje para no conformarnos con  la comodidad que nos ofrece el medio actual (la política, los medios de comunicación, la ciencia, etc.); ser felices es tener el valor suficiente para plantearnos nuevos retos y, sobretodo, para alcanzarlos.
Yo creo que el error en el planteamiento de esta utópica sociedad es que sitúa la felicidad colectiva y el bienestar de la comunidad por encima de la del individuo. “De adentro hacia fuera” dice S. Covey en uno de los libros de superación más famosos de estos días, y con  razón.  Uno no puede esperar que las sociedades progresen y sean felices si las personas que las forman están corrompidas y no gozan de la libertad necesaria para desarrollarse plenamente. Es inhumano pedir a las personas que no sean diferentes y que se adapten a una sola manera de pensar, de ser y sentir,  además es aburrido.
Muchos dicen que este libro habla de los males que puede traer la ciencia a la sociedad, sin embargo yo creo que esta historia solamente habla de la estupidez humana al querer resolver todo con presionar un botón. Como todos, yo también quiero  vivir en un mundo donde no existan las enfermedades, la pobreza y la tristeza, pero nunca estaría dispuesta a sacrificar mi libertad ni mi individualidad para conseguirlo; al mismo tiempo soy consiente de que sola no puedo cambiar las cosas y que los problemas del mundo no se van a solucionar de la noche a la mañana, sin embargo también sé que si cada día pongo mi mayor esfuerzo al menos una persona va a ser menos desgraciada es esta vida.  No sé ustedes, pero para mí en eso consiste mi pequeño mundo feliz. Los invito a leer este libro, está buenísimo.
Quotes:
-"62.400 repeticiones hacen una verdad."
-"Las palabras, como los rayos X, atraviesan cualquier cosa, si uno las emplea bien."
-"Si uno es diferente se ve condenado a la soledad."
-"Cuanto más grande es el talento de un hombre, mayor es su poder para extraviar a los otros."
-"La población óptima es como el iceberg: ocho novenos bajo el agua y uno por encima."
-"Pero yo no quiero la comodidad. Yo quiero a Dios, quiero la poesía, quiero el verdadero riesgo, quiero la libertad, quiero la bondad. Quiero el pecado."